martes, 23 de mayo de 2017

La victoria perdida, la derrota ganada.


Ayer, 21 de mayo de 2017 se celebraron primarias en el PSOE, entraban en competición tres candidatos a la Secretaría General; Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López. Quienes partían con más ventaja para ser la próxima Secretaria General, en este caso, eran Susana y Pedro. El proceso de primarias se abrió con expectación, tanto por parte de la militancia como por parte de los medios de comunicación y la opinión pública. Pues desde octubre el PSOE estaba huérfano en lo que a Secretario General se refiere tras la dimisión forzada de Pedro Sánchez. Se constituyó una Gestora que planificara toda esta transición que acabó ayer, pero que situó a la organización en tierra de nadie durante todo este tiempo.

El resultado de la recogida de avales auguraba un resultado claro y sólido por parte de Susana Díaz, ya que consiguió reunir alrededor de 60.000 avales, mientras que Pedro Sánchez se quedó por debajo de los 55.000 avales, por último, Patxi López apenas pudo reunir algo más de los 10.000 avales.

Ante este panorama, Susana y su gente parecía que tenían el camino hacia la Secretaría General cada vez menos angosto. Posteriormente comenzó la campaña por competir en las primarias. Pedro Sánchez y sus seguidores sabían que tenían que movilizarse más de lo que lo hicieron para la recogida de avales, porque al tener en contra a casi todos los dirigentes provinciales y autonómicos esto suponía un duro lastre con el que tenía que caminar durante todo el proceso. Mientras que Susana tenía a favor a muchos de los dirigentes del partido, su lastre era el discurso que planteaba y ser una casi desconocida fuera de Andalucía, pero también daba la impresión de que seguía siendo una líder de una Comunidad Autónoma y no la líder de una organización que está asentada en 17 Comunidades Autónomas, dos Ciudades Autónomas y 50 provincias.

Si observamos también los discursos, podemos apreciar que son muy distintos, no solo ya entre Susana y Pedro, sino también el de Patxi. Desde que se produjo la dimisión de Pedro Sánchez en octubre, él enarboló a la militancia como poder legítimo de decisión dentro del PSOE. También reclamó el giro del centro a la izquierda que el partido socialista quería volver a ser un referente en la política española y europea. Por otro lado, el discurso de Susana se centraba básicamente en las debilidades de Pedro, en la moderación ideológica de esta, sus mensajes y que ella misma era la garantía que necesitaba el partido para volver a la senda de la victoria. Por último, el discurso de Patxi López, que lanzaba un mensaje sensato pero con poca fuerza, con muy poco convencimiento para la militancia, el mensaje de la cordialidad y el sumar todos para levantar al partido de la frustración en la que se había anclado.

El ambiente era el más propicio para la polarización, para que se produjera el desgaste de Pedro y Susana, ya ganara una y perdiera el otro o viceversa. Unos asumieron las primarias como un paseo triunfal, otros lo vieron como un medio para volver a ofrecerle vitalidad a la organización a sabiendas de que adolecían de cierta debilidad que les dificultaba el éxito. Unos se enorgullecieron del resultado cosechado durante el período de recogida de avales pero no pudieron “gestionar” de la misma forma los votos cosechados el domingo. Otros recogieron los frutos que proporcionaba el liderar el recurso de la militancia primero, el aparato después.

Por eso se produjo la victoria de Pedro Sánchez, una victoria que se empezó a cosechar tras la derrota en el Comité Federal de este. La derrota de Susana se produce por la ambición de esta, pero también por contar solo con el aparato y no con el conjunto de la organización, también se produce por el vacío en sus mensajes, falto de ideas. Porque no solo era cuestión de ganar sino de ofrecer algo más a la masa social del PSOE.

El resultado es el que es, esto no augura un éxito en las próximas citas electorales, pero hace evolucionar a una organización que lo necesitaba para seguir existiendo, para ser el motor que necesita la sociedad. Las primarias fueron algo que solo les concernía a la militancia, pero el modelo de partido que ganó el domingo le atañe a la sociedad.

lunes, 8 de mayo de 2017

Sociedad y diversidad funcional.


El otro día, en un taller formativo, les explicaba a unos jóvenes lo que suponía tener una diversidad funcional de tipo físico, en concreto una tetraplejia. Cómo afrontarla de la mejor forma posible y como aceptarla y tolerarla de manera que no suponga una frustración imposible de superar, pero también como la sociedad observa a la persona que tiene un tipo determinado de discapacidad. Como la ve, como la trata, porque suele tratarla de forma diferente, a veces injusta. También les explicaba la función terrible que hacen unos prejuicios muy asentados en una sociedad determinada. Les exponía que una sociedad con muchos prejuicios es una sociedad que no es del todo abierta, tolerante y que no se encuentra capacitada para aceptar el hecho de que la persona con diversidad funcional tenga la necesidad de tener una vida propia, de participar de la vida en sociedad sin las ataduras que, a veces, produce la familia y las opiniones preconcebidas. Porque cuando se depende exclusivamente de la familia sin tener unos recursos que te permitan el decidir cuando salir o cuando entrar, cuando ir o cuando venir, cuando estar o cuando no estar en un sitio en concreto, da lugar un estado de frustración similar al hecho de tener que hacer frente a una discapacidad. Teniendo a su vez una doble responsabilidad moral, la de él mismo y este con su familia, que en la mayoría de los casos tiene apariencia de mujer. Creando así una situación muy frustrante y muy desigual.

Se despoja al individuo de cierta dignidad que le corresponde como ser humano, de la misma forma que se le despoja de esa dignidad cuando al diverso funcional en edad adulta se le ofrece un trato infantil. Negándole su responsabilidad ante cualquier situación perniciosa que tenga que gestionar. Lo que a su vez, en la sociedad se instala la pregunta ¿Cómo vas a ser capaz?

Ante esto, la sociedad lo ve habitual, normalizando así un proceso de desintegración, no inclusivo que desemboca en unos prejuicios que moldean una realidad fija, sin cambio alguno. Un modo de vida que impide que muchas personas se desarrollen, se integren en la sociedad, en el mercado laboral o que impide la evolución en su etapa formativa.

Aún recuerdo, en mis primeros cursos en la universidad presencial, los profesores nos animaban a que hiciéramos alguna estancia en el extranjero, como forma enriquecedora en nuestro desarrollo personal y profesional. Sin embargo, yo y muchas personas en mi situación, lo tenían que observar desde una situación ajena. Porque no existían los medios adecuados para que un estudiante con diversidad funcional solicitara una beca para realizar unos estudios en otro país. Esta realidad que vivimos y que muchos siguen viviendo crea una desigualdad lacerante, desaprovechando un valor añadido muy importante para la sociedad.

Si la sociedad quiere superar estos hechos y derribar estos prejuicios debe de empezar por repensar que la diversidad funcional deje de ser un problema familiar para pasar a ser un hecho circunstancial del individuo, superarlo e involucrarse en la vida en sociedad, rompiendo esas barreras que constriñen, rompiendo ese techo de cristal que les limita.

Porque la sociedad evoluciona y en ese desarrollo el colectivo de personas con diversidad funcional necesita participar, dejando a un lado los clichés, los estereotipos. Porque una vez fueron inválidos, para dar paso a unos minusválidos, para posteriormente ser unos discapacitados, pero por encima de todo, individuos con unas necesidades muy básicas, como puede ser la participación plena en la sociedad. Porque el Estado debe de ofrecer otro enfoque para que coexistan diversos modelos de vida, para personas esencialmente diversas.

martes, 28 de marzo de 2017

Apelar


¿Es posible prometer la gloria sin apelar al futuro? ¿Es posible garantizar el éxito sin propuestas para el futuro y rememorando lo bien hecho en el pasado?

El domingo empezó a lo grande la síntesis de lo ocurrido todo este tiempo atrás. Susana Díaz puso en escena lo que tanto tiempo estaba planeando entre bambalinas, con delfines de por medio. Dio el salto en Madrid, como a los políticos ambiciosos le gustan, con un baño de masas, con barones y líderes históricos arropándola. Contando con Eduardo Madina en sus filas, tiempo atrás defenestrado por el desinterés de Díaz.

El discurso fue un canto a todo lo realizado por los Gobiernos de Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero. Fue una rememoración a la construcción del Estado del bienestar, al modelo educativo y un homenaje a la labor de los presentes en el ámbito autonómico y local. Fue una súplica a las emociones y pasiones de muchas y muchos que asistieron a IFEMA, prometiendo la tan deseada gloria que le espera al partido gracias a ella, su figura, su pasado y su mensaje.

El discurso de Susana Díaz fue un relato demasiado bueno, demasiado prometedor, demasiado ilusionante para un ambiente grandioso para hacer levantar a militantes y simpatizante, para arrancar risas y aplausos cada vez que rememoraba la gran gestión realizada antaño.

El domingo no solo se presentaba Díaz, sino que también daba comienzo a un periodo bastante polarizao que se va a cobrar muchas más víctimas de las que se ha cobrado ya. Esta guerra fratricida que va a dar comienzo será la síntesis a lo que ella misma y su entorno comenzaron. Nunca dio el “salto” a Madrid, en todo este tiempo, porque no se veía con posibilidades de arrasar, de no tener rival. Sin embargo, lo hace en unas circunstancias en las que sabe que no las tiene todas consigo. Por eso ha querido hacer pública su candidatura a Secretaria General del PSOE en la capital del Reino de España, para demostrar músculo ante un delfín amotinado que está jugando la baza de las bases frente al aparato. Mientras que ella juega la baza de todos los dirigentes y líderes políticos históricos, locales y autonómicos para que movilicen a sus bases, porque esta da la imagen de ser incapaz de movilizarlas con su discurso.

Pensar que en política la ambición colectiva se sobrepone a la personal es ofrecer una realidad no del todo cierta. La ambición personal existe, por eso hay tres candidatos a participar en las primarias. Porque si la ambición fuera colectiva, la Gestora no hubiera estado presente todo este tiempo.

Después de junio habrá un nuevo PSOE, pero previamente entrarán en confrontación dos modelos de partido, en el que la confrontación que existirá dará lugar a un conflicto inimaginable, con una gran incertidumbre, entre la militancia, pero también en la sociedad. 

Por lo tanto, garantizar la gloria de un partido en base a los buenos resultados del PSOE en el pasado, a la emoción y la pasión sin apelar al futuro, sin recurrir a las oportunidades que les podemos ofrecer a la sociedad, a las generaciones actuales y futuras, sin ofrecer un modelo de sociedad, un modelo productivo, educativo, de investigación y desarrollo distintos, la desafección y el desapego seguirán teniendo más influencia en el devenir político del Partido Socialista, que Susana Díaz sea Secretaria General o que las compañeras y compañeros participen en masa en las primarias de mayo.

El quid de la cuestión no está en que Díaz sea mejor que Pedro Sánchez para liderar el partido. Está en el discurso y su contenido. El domingo hubo demasiada demagogia en su mensaje. El domingo se volvió a sobrevalorar el liberalismo en el discurso socialista. Un discurso cargado de ilusiones, de corazonadas, pero falto de valores nuevos, valores que sin quererlo nos está demandando la sociedad.

Porque la sociedad apela a un futuro distinto al presente, sin el cortoplacismo reinante por parte de la política. Porque la sociedad no necesita que el PSOE le haga frente al Gobierno de Rajoy. La sociedad necesita un PSOE alejado de esa polarización en la que se va a encontrar estos meses. Necesita canalizar sus demandas por un medio que no adolezca de demagogias, de emociones, ni pasiones.

La sociedad quiere otra cosa y con el discurso del domingo en Madrid no se le está ofreciendo.

domingo, 15 de enero de 2017

Apuntalando canales


En la democracia representativa resulta importante la participación de los ciudadanos en las organizaciones políticas y sociales. Ya sea a través del voto en los comicios electorales o en la adhesión a cualquier acción colectiva dispuesta por los diferentes actores sociales. En este tipo de democracia las organizaciones políticas son las responsables de conectar las demandas originadas desde la sociedad hacia los gestores del Estado.

Desde el principio de la crisis económica, a mediados del 2007, y posterior Gran Recesión se originó un gran descontento y rechazo hacia las principales instituciones políticas y a la implementación de sus políticas de recortes. Producto de estos acontecimientos fue la creación del movimiento social 15 – M, surgido a raíz de la manifestación en Madrid el 15 de mayo del 2011 llevada a cabo por diferentes colectivos sociales en contra de lo establecido. Este movimiento tuvo notable éxito ya que se reprodujo en gran parte de las ciudades españolas.

El éxito de este movimiento al margen de las principales organizaciones política ocasionó una activación tímida de los principales partidos políticos mediante medidas por parte del Gobierno, “fichajes” de algún que otro representante de las protestas o propuestas por parte de la oposición. Esto no consiguió traducirse en el apoyo necesario en los próximos comicios electorales, sino que la desafección y el desapego hacia la democracia representativa en general y el PSOE en particular aumentaron de manera notable.

Nos guste más o nos guste menos la crisis que viven estas dos instituciones supone un mal mayor para la sociedad. La democracia representativa poco a poco se recupera, ya que en el Parlamento y el Senado, pero sobre todo en el primero, se ha producido un cambio importante. Este cambio es la transición de un modelo multipartidista moderado hacia un multipartidismo fragmentado. En el primero había una representación de diversas formaciones políticas con una o dos formaciones en clara ventaja. Esto suponía la formación de Gobierno y apoyos en el Parlamento y el Senado sin muchos contratiempos. Mientras que en el multipartidismo fragmentado se caracteriza por una pluralidad de organizaciones políticas con clara ventaja de tres o más partidos políticas, lo cual dificulta la gobernabilidad.

Los principales resultados de esta transición han sido la aparición de Ciudadanos y Podemos en el panorama político estatal, pero no solo la simple aparición, sino la ocupación de un espacio que antes ocupaban solamente PP y PSOE respectivamente, pero que ahora se reparten cuatro partidos políticos.

Por la posición que ocupaba y por ser el que gobernaba cuando apareció la crisis, el PSOE está viviendo una crisis de legitimación, confianza, desafección y desapego que no pueden ser comparables en todo este tiempo atrás. El canal de participación que proporcionaba a la sociedad está roto y en mal estado. El proceso de primarias que permitió a toda la militancia elegir al Secretario General en julio de 2014 se vivió con mucho entusiasmo. Unos lo vieron como un paradigma para atraer a militantes y simpatizantes desencantados y así recuperar la posición perdida tras la crisis, mientras que otros veían el proceso como un peligro para la existencia de la formación, la imagen que se pudiera proyectar y lo novedoso de la elección del líder.

Con Pedro Sánchez al frente del PSOE parecía que la situación iba a cambiar pero tras los malos resultados tanto en las elecciones generales como en Galicia y País Vasco, además de la rebelión de varios miembros de la ejecutiva, forzaron la dimisión precipitada de Pedro. Tras esto se formaba una Gestora capitaneada por Javier Fernández. Que tenía como misión fijar la fecha del proceso de primarias y posterior Congreso Federal para elegir al nuevo Secretario General en junio de este año.

Cuando llegue junio, serán ya nueve meses sin liderazgo, con una imagen totalmente fragmentada que hemos ofrecido a la sociedad, con líderes más interesados en su proyecto personal de liderazgo que en el proyecto que debe suponer reconstruir el canal de participación que ha sido y es el PSOE. La ambición de los líderes no sirve para reconstruir una imagen y unas siglas en las que confiamos muchas personas como motor de cambio de la sociedad. El proceso de primarias que se abra en mayo debe de ser una iniciativa enriquecedora de participación, de intercambio, que no confrontación, de discursos que refuercen ese canal de participación tan necesario para la sociedad en general y para los ciudadanos en particular. Porque el PSOE nunca será un proyecto personal, sino colectivo. En estos tiempos, si no entendemos esto, nos seguirá yendo muy mal.

Lo comenté en su tiempo y lo reafirmo ahora, el PSOE no puede garantizar la estabilidad de un Gobierno que ha implementado unas medidas muy dañinas para los diferentes colectivos más desfavorecidos antes y durante la crisis, porque ese no puede ser nuestro proyecto, ni en el corto, medio o largo plazo.


domingo, 20 de noviembre de 2016

El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos.


El miércoles me desperté con una noticia inesperada, mientras lo hacía entraba mi madre para bañarme, lo hacía con un comentario difícil de creer por lo ilógico que suponía no solo en el imaginario colectivo, sino también el mensaje que estaba implícito en la opinión pública. Que la señora Hillary Clinton iba a ser la próxima inquilina del Despacho Oval de la Casa Blanca de los Estados Unidos. Esta creencia se destruyó en el momento que mi madre tardó en decirme que Donald Trump había ganado las elecciones. Curiosamente, a la vez, mis pensamientos recordaron una de las famosas frases de la película Casablanca que da título a este artículo.


El miércoles no entraron los alemanes en París, pero ganó las elecciones Trump. Las encuestas, sondeos y demás estudios demoscópicos no vaticinaban este resultado, pero sí la victoria de Hillary Clinton por un estrecho margen. De manera similar, la victoria del Brexit también nos cogió a muchos por sorpresa. El éxito electoral del empresario ha sido, desde el punto de vista de la opinión pública algo ilógico, de la misma forma que hubiera sido ilógico que el senador Bernie Sanders hubiera ganado las primarias en el Partido Demócrata para ser candidato a la Presidencia de los EE.UU.


Durante el proceso de primarias de ambos partidos, Republicano y Demócrata ha seguido una pauta en el que todo parecía muy previsible. Hillary iba a ganar a Sanders, Trump lo iba a tener complicado para ganar las primarias en el Partido Demócrata y si las ganaba, que era harto complicado, perdería las elecciones contra la candidata del Partido Demócrata. Hasta varias personalidades con peso dentro del Partido Republicano le retiraron el apoyo por la carrera hacia la Casa Blanca, como fue el caso del congresista Paul Ryan, por destaparse varios casos de posible abuso sexual por parte de Donald Trump en la década pasada. Los hechos eran de tal magnitud, que parecía la formación conservadora iba a perder de nuevo la posibilidad de que su candidato finalmente no ocupara la Presidencia de los EE.UU.


Las primarias y la campaña electoral se han caracterizado por las declaraciones polémicas de Trump, los insultos hacia sus rivales en las primarias y las distintas promesas electorales de corte nacionalista y demagógico. Tales como la expulsión de musulmanes, derogar el TTIP o el acercamiento a Vladimir Putin. Mientras que la campaña de Hillary Clinton ha estado salpicada por el uso de un servidor privado para la gestión de correos electrónicos con información clasificada cuando era Secretaria de Estado, caso que ha sido investigado hasta haces dos días antes de la celebración de las elecciones por el FBI.


Lo que podemos apreciar que en estos comicios han estado más presente los deslices que han tenido los dos candidatos, más que los eslóganes durante la campaña o la exposición de grandes discursos, con un contenido importante en materia económica, social o de seguridad. Que se diferencia de las campañas de Barack Obama, que eran precisamente todo lo contrario a lo ocurrido estos meses.


La Administración de Donald Trump, tras lo visto en campaña electoral, será una total regresión a gran parte de las medidas tomadas por la Administración Obama. En materia de política exterior, Estados Unidos se volverá a subir a la torre defensiva para gestionar las relaciones con sus vecinos de América Central y del Sur y el Caribe. Una posición que probablemente no ayude a mantener unas relaciones cordiales. Con respecto a la Unión Europea, serán más distantes. Muchos interesados en política exterior, periodistas, sociólogos y politólogos tendremos que releer o hacer memoria de lo leído en el ensayo “Poder y debilidad: Europa y Estados Unidos en el Nuevo Orden Mundial” de Robert Kagan. Porque la victoria de Trump supone esto, una vuelta del realismo frente al idealismo que propugnaba en parte Obama. Es una vuelta al uso del “hard power”.


Finalmente, creo que el mundo no se derrumbará del todo, dentro de dos años hay elecciones legislativas, lo que puede poner un contrapeso importante a la Administración Trump.


Por otro lado, la gente se seguirá enamorando. El nacionalismo europeo ya ha encontrado su pareja de baile. ¿La encontrará la Unión Europea?

domingo, 3 de abril de 2016

Ideología, tolerancia y diversidad.


¿Qué es la ideología sino un estilo de vida? Podría decirse que esta pregunta se contesta ella misma. Sin embargo, hay quien piense que esto no tiene porqué ser así, que pueda haber personas que vivan sin ideología.

Las ideologías se forman a partir de determinados valores. Estos se imponen, se establecen, se asimilan a través de diferentes medios. Ya sea mediante un discurso eficaz, la imposición a través de la violencia que ejerce el Estado o distintos grupos terroristas o políticos. A lo largo del siglo XX han prevalecido apenas tres ideologías que se mantuvieron a través de las políticas de terror, que conllevaban la aniquilación de vidas humanas. El fascismo en sus versiones centroeuropeas y mediterránea por un lado. Por otro lado, el socialismo y el comunismo soviéticos y el maoísmo en China. Estas ideologías mencionadas supusieron la muerte y asesinato de casi 200 millones de personas.

Tras el derrumbamiento del sistema económico de la Unión Soviética frente a la supervivencia de la socialdemocracia y el liberalismo supuso la creencia de que las ideologías que estaban impregnadas por el terror se habían acabado. Que los conflictos acaecidos en las primeras décadas del siglo XX no volverían a ocurrir más. Que no se produciría otra guerra fría.

Sin embargo, el martes de la semana pasada murieron 35 personas y decenas de heridos, muchos de ellos muy graves que han hecho crecer el número de víctimas, en dos atentados terroristas en Bruselas. Estos ataques y el de noviembre en París fueron producidos por la organización terrorista Estado Islámico, la cual está establecida en Oriente Próximo, concretamente Siria e Irak. Esta organización impone en sus territorios una interpretación del Islam muy subjetiva y totalitaria, ya que se asesina a personas contrarias a los valores que están imponiendo en sus sociedades.

A la hora de escribir este artículo, lo primero que hice es viajar entre mis recuerdos y me dirigí hacia un ensayo, en mi opinión, necesario para entender un poco estos hechos, Crítica de las Ideologías, del profesor de Teoría Política ya fallecido, Rafael del Águila. Recuerdo que planteé distintas reflexiones que me surgieron entre las que destaqué el europeísmo como una ideología que utiliza políticas de mesura. También planteaba la dificultad para establecer un sentir europeísta, que las ciudadanas y ciudadanos que vivimos en la Unión Europea asimilemos los valores que alimentan tal ideología. Por último, hacía una distinción entre los conceptos de aceptación y tolerancia.

La explicación de estos hechos a través de la ausencia de tolerancia puede ser baladí, inconclusa o laxa. No obstante, veo necesario que la sociedad se cuestione estos ataques desde el enfoque de la tolerancia, o mejor dicho de la intolerancia que se produce entre grupos, entre personas diferentes, en la constante lucha que existe entre un grupo dominante que no permite ningún margen de espacio a los demás, a los diferentes. Si pretendemos acotar el espacio al otro, al diferente, estamos atentando contra la característica fundamental del ser humano, la diversidad. Si no creamos los espacios necesarios para dar cabida a nuestras diferencias estaremos dejando la puerta abierta al racismo, la xenofobia, el genocidio, la exclusión social, la desigualdad. Si no educamos a nuestras generaciones futuras en la aceptación y tolerancia como valores, estaremos dando rienda suelta a que nuestra sociedad asimile e imponga pocos modos de vida, mientras excluimos muchos modos de vida.
Por lo tanto, en nuestras manos está la posibilidad de que dejen de aflorar el odio, la venganza, la xenofobia, porque no tenemos la libertad de decidir quien vive y quien no.
Porque nuestra condición de seres humanos tiene que bastar para poder vivir y deambular en cualquier punto geográfico de nuestro planeta. Porque lo absoluto no puede prevalecer sobre lo relativo.




















miércoles, 13 de mayo de 2015

La decadencia de lo exclusivo.

Hace seis años asistí a un curso de verano ofertado por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. En el curso se conmemoraba los 30 años de democracia en España, con ponentes de prestigio en los ámbitos judicial, politológico, sociológico y periodístico.

Hoy me voy a detener en la ponencia que impartió el director del diario Correo de Andalucía en Sevilla. Puso el eje central en el papel que jugó la prensa en la Transición. También puso énfasis, con la aparición de las nuevas tecnologías y una población cada vez más interconectada, en la desaparición de una sección fetiche en los periódicos: la exclusiva. En la era de Internet, los medios de comunicación, sobretodo la prensa, han tenido que desprenderse en mayor medida de esta sección como una forma de atraer al lector.

A lo largo de los últimos 300 años de nuestra historia, los seres humanos hemos presenciado acontecimientos en los que pensábamos que serían exclusivos de esa época en concreto. Sin embargo, en lo que llevamos de la segunda década del siglo XXI, muchas tardes nos hemos sentado a comer viendo o escuchando noticias sobre sucesos que están ocurriendo a miles de kilómetros de nuestra casa y que pensábamos que eran imposibles de que volvieran a ocurrir. Es verdad que el hecho histórico en sí es irrepetible, pero el trasfondo que subyace no. Porque detrás de un conflicto bélico se encuentra el interés de una de las partes o las partes por querer dominar o destruir a la otra en pos de mantener una posición superior sobre el otro. Esto pasaba hace 300 años y sigue ocurriendo actualmente.

Porque la aniquilación de un grupo de personas o de una comunidad no es propia del estalinismo, el nazismo o los pogromos, sino que actualmente, en Oriente Próximo y en países del centro de África esto está pasando.

Trasladándonos un poco al ámbito de la política, observamos, como la gestión de los recursos que posee el Estado no solo depende única y exclusivamente de qué modo los gestione. Sino que en estos tiempos que corren, es igual o más importante lo que ocurre y lo que nos influye desde el exterior que el día a día de lo que esté pasando en nuestro país. Porque al fin y al cabo la inversión extranjera influye en mayor medida a la hora de posibilitar, por ejemplo, la creación de puestos de trabajo. Por lo tanto, lo exclusivo de una buena o mala gestión ha perdido en gran parte su valor.


Por último, creo que después de todo esto, se debe de reflexionar que en nuestras sociedades, en cualquier parte del mundo, la intolerancia, la no aceptación del otro, del diferente, el creernos superiores a cualquier raza o étnia, el prejuicio estaban presentes hace 300 años, estuvieron también presentes durante los pogromos, el nazismo, el estalinismo o cualquier acto de matanza colectiva existente en todo este tiempo. Y están aún más presentes hoy, 13 de mayo de 2015.